El ex secretario de Seguridad y Justicia porteño, Juan José Alvarez,
aseguró hoy que antes de que se produjera la tragedia de Cromañón
"había gente valiosa y mecanismos adecuados" de control, y consideró
que, a pesar de la existencia de esa estructura "correcta" de control,
"no alcanzó". Alvarez agregó que el propio Ibarra se informaba
personalmente de cómo se desarrollaba su gestión: "Era un tema de
consulta muy habitual".
Alvarez
señaló que, cuando asumió el 7 de enero de 2005, ocho días después del
incendio que causó 194 muertes, "no es que no existía nada" en esa
dependencia comunal: "Sobre la estructura que había, teníamos que
redireccionarla en función de la situación concreta y lo que son mis
criterios objetivos con los cuales gestiono".
El
actual diputado nacional, que declaró hoy como testigo en el juicio
político contra el suspendido jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra,
afirmó que en esa secretaría "había gente valiosa, mecanismos adecuados,
gente con nivel de formación correcto, pero no alcanzó".
Asimismo,
dejó en claro que "ninguna autoridad política puso cortapisa" a su
gestión, "no las he tenido. Los lineamientos eran claros: saturación de
inspecciones, concentración de recursos en lugares críticos, clarísima
señal a la sociedad de que esos eficaces operativos fueran
transparentes. Todas estas cuestiones estaban claras, no había ninguna
recomendación de hacer algo distinto".
Alvarez
agregó que el propio Ibarra se informaba personalmente de cómo se
desarrollaba su gestión: "Era un tema de consulta muy habitual".
El
diputado indicó que, al asumir su cargo, "llego a un lugar donde había
evidentemente una enorme crisis" en el cual, agregó, había "un fuerte
shock", así como "necesidades concretas".
Recordó
que "los cuadros de la burocracia intermedios estaban en un fuerte
shock, cuestionados por el conjunto de la sociedad y en función de uno
de los dramas más espantosos que podemos imaginar".
"Frente
a esa situación, nuestra gestión, la mía, que duró cuatro meses, estaba
marcada por ese estado de situación al que llego. No podíamos decirle a
la gente 'ha pasado lo que todos sabemos, hay un área fuertemente
cuestionada, entonces vamos a cerrar durante un tiempo para ver cómo
reiniciamos nuestra tarea'. Había necesidades concretas", indicó.
Según
el ex funcionario porteño, "ese fue un momento particularmente complejo
para todos nosotros. Intentamos rápidamente poner de pie una capacidad
fundamental irrenunciable del Estado, que es la capacidad de
fiscalización, para que en adelante los porteños se sintieran seguros
cuando accedieran a los servicios de esta ciudad".
En
ese sentido, resaltó que las inspecciones se concretaron "sin importar
quiénes estaban detrás de los locales y sus niveles de facturación".
En
ese momento, "había unos 200 boliches funcionando en la Ciudad. A
partir de la creación del registro, eran algo menos de 50 los que
estaban en orden y podían reiniciar su tarea una sencilla y eficaz
solución".
"Fue fundamental elaborar el mapa de
riesgo", que "tenía que ver con las posibilidades de asignar los
recursos", y destacó que cuando un inspector llegaba a un local cerrado,
"era una luz amarilla", y si estaba abierto, "si creía que tenía que
clausurar, clausuraba".
Alvarez evaluó que "las
denuncias (de vecinos a las sedes policiales o comunales) eran
importantes, es prudente atenderlas, pero una actitud reactiva sería muy
poco. Hay que tener una rutina de inspecciones. De nada sirve que la
semana equis se hagan 50 mil inspecciones, si después no se van a hacer
más. Logramos avanzar sobre una sistematización, que fue positiva".